De entrada, gracias a mis amigos de Ruta Familiar por darme la oportunidad de colaborar con un espacio donde haré lo posible por hablar de un tema que hace años nunca hubiera pensado que estuviera escribiendo.
Llegué con mi familia a Monterrey hace seis años, más o menos, procedente de Reynosa, Tamaulipas.
El cambio, debo decirlo, fue revelador pues en ese entonces mi pequeña Irene apenas tenía un año y medio de edad pero, aún así, su energía era impresionante, por lo que constantemente teníamos que buscar opciones para entretenerla.
Desgraciadamente, quienes conocen Reynosa saben que esa sufrida ciudad carece de espacios donde un padre de familia pueda llevar a sus hijos a pasear. Está la Plaza Treviño Zapata con algunos jueguitos destartalados y el Parque Cultural que, en ese entonces, tenía más mosquitos que visitantes, además de que su pasto estaba más seco que las presas de Monterrey en julio.
En Reynosa las opciones se limitan a los pasillos de un centro comercial o, en el mejor de los casos, brincar a McAllen donde hay un poquito más de variedad… no mucha, solo un poco.
Es por ello que lo primero que noté y me gustó de vivir en Monterrey y su zona metropolitana es la enorme cantidad de opciones que existen para llevar a tus chamacos a que corran, gasten energías y se diviertan.
Me hizo muy feliz que en el tema de las opciones haya de todo, como en botica. Están la variantes gratuitas como los parques, museos y paseos naturales donde por unos cuantos pesos puedes pasar una tarde agradable e, incluso, las otras posibilidades, donde hay que invertirle, pero te aseguras que el peke se la va a pasar genial.

En estos siete años de vivir en Monterrey no puedo decir que ya le dimos la vuelta a todos los paseos que ofrece la zona metropolitana, pero ahí la llevamos.
La idea es platicarles un poco nuestra visión de estos paseos para que, quienes no los conozcan, se atrevan a ir y quienes ya han ido, los vean con una visión diferente.
Además, colaborar con esta columna también me dará la posibilidad de encontrar espacios nuevos gracias a las colaboraciones o comentarios que, ojalá, alguien pueda compartir.
Así que gracias por dedicarme estos minutos para presentarme. Ahora tengo que ir pensando pa’ dónde vamos jalar.
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