Hace unas semanas  en la UANLeer 2023 (la feria del libro universitaria realizada por la Universidad Autónoma de Nuevo León)  se realizó una gala poética estelarizada por siete poetas de talla internacional que nos deleitaron con la lectura de sus textos: María Auxiliadora Álvarez, de Venezuela, Elsa Cross, de México, Antonio Colinas (que envió un video porque no pudo asistir por problemas de salud) y Olvido García de España, Juan Manuel Roca, de Colombia, Nuno Judice, de Portugal y Raúl Zurita, de Chile, sus voces y su poesía estremecieron las almas de los que estuvimos ahí esa noche en el Colegio Civil Centro Universitario que fue sede del evento y que reportó una asistencia de más de 800 personas, sin duda esa cantidad de gente es mínima si compite o la comparamos con asistencias a eventos como un partido de futbol de Tigres o Rayados o algún concierto musical, pero que haya sucedido en esta ciudad industrial y ocupada de asuntos a los que siempre se les ha dado más importancia como los negocios me sorprende, un grupo de amigos decidimos celebrar esa celebración y en algún restaurante mientras cenábamos, hacíamos la crónica del evento, todos estaban emocionados, extasiados y felices de haber sido testigos de ese hecho histórico (que tal vez, -alguien lo mencionó- no sucedía desde los tiempos humanistas de Rangel en la Universidad).

Yo imaginé lo que sucedía afuera: la ciudad se paralizaba, los automovilistas detenían sus autos en Constitución, en Gonzalitos, en Leones, en Gómez Morín, en Ruiz Cortines, en la Miguel Alemán, se bajaban y atentos escuchaban los poemas de Olvido García que hacían que se les olvidaran todos sus problemas, sonreían con los versos de Juan Manuel Roca y les hacía al mismo tiempo más resistentes (como una roca) sus almas, la suave voz de María Auxiliadora Álvarez auxiliaba a los que desde hace tiempo se sentían perdidos, Antonio Colinas lanzó su voz que se emparentó en grandeza con los cerros que nos circundan y el paisaje hermoso y real fue más hermoso y más real que de costumbre, la poesía de Raúl Zurita fue una paloma de la paz que surcó los cielos y descontaminó el ambiente, Elsa Cross afianzó el deseo de ser abundantes en buenos deseos y Nuno Judice en un portugués que todos entendieron nos dijo las palabras exactas que todos querían escuchar, eran palabras de agradecimiento, eran palabras que nos hacían mejores, eran palabras que nos hacían regios, es decir que nos hacían verdaderos.

Ese evento -quiero pensar- que se repetirá en un futuro y me da gusto que la poesía haya aterrizado en Monterrey.

Convoco con los efectos y afectos que ese acontecimiento me deja, hacernos lectores de poesía, a hacer de Monterrey una ciudad poética desde cualquier punto desde donde se le divise.

El eco de esas voces aún resuena en algunos, éramos 800, ¿éramos muchos o poquitos?

Éramos, fuimos, somos afortunados, eso sí; el público adentro suspiró, guardó silencio atentamente, aplaudió, ovacionó, vitoreó a los poetas, sonrió agradecido, felicitó a los organizadores, el público, los 800 que ahí estábamos fuimos felices convocados por la poesía, esa que tanta falta nos hace, esa sin la que no hay ciudad.