Antoine de Saint-Exupéry un piloto aviador francés de la Segunda Guerra Mundial, escribió durante su exilio en Estados Unidos el que se convertiría en uno de los libros más leídos de la historia: El principito, que la mayoría identifica como un libro para niños.

Sea quien sea su lector y la edad que éste tenga, es un libro que debe de estar en nuestro librero y lectura obligada familiar, cuenta la historia  de un niño de otro planeta que se hace muchas preguntas en busca de sabiduría y está plagado de hermosas reflexiones, existe incluso un parque de diversiones temático en Francia, el texto insisto (siempre insisto en los libros) es un deleite de principio a fin, imagínense hasta la dedicatoria es icónica y está considerada como una de las más hermosas que se ha escrito (esa si se las puedo espoilear)

A LEÓN WHERT:

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: está persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas esas excusas no fueron suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo, Todas las personas grandes han sido niños antes (pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEÓN WHERT,

CUANDO ERA NIÑO

No sé si los niños de ahora son más creativos que los niños de antes, es más, no sé siquiera si los adultos de ahora somos más creativos que los de antes; es cierto que con el paso del tiempo vamos perdiendo la inocencia y que el mundo ha cambiado rápidamente con los accesos a la tecnología, pero creo que lo que no debemos de perder es la curiosidad, el Principito nos da muchas lecciones, ¿cómo logramos no perderla? Leyendo, por supuesto, porque los libros nos prestan certezas y nos ayudan a formular las preguntas necesarias cuando lo único que hay, lo único que tenemos, son creencias y certidumbres. Como el principito, atrevámonos a ser niños preguntones.

La lectura nos acerca al ser de las personas y de las cosas, si usted tiene príncipes o princesas en casa, ojalá que estén más del lado de los que imaginó el aviador francés que del modelo Disney, si no los tiene, regálele la lectura y la reflexión de esta maravillosa obra -que cumple ochenta años que salió a la luz- a alguien grande que fue niño, porque todos debemos saber lo sencilla que es la filosofía y porque todos debemos saber cómo se mide la lectura, que es simplemente en la forma en que enriquece nuestra vida.