“Anne with an E” es una serie vibrante, inteligente y de relevancia actual, con un tratamiento familiar que acerca a las niñas y niños a la historia reciente de las luchas por los derechos civiles, políticos, económicos y sociales de las mujeres.

Adaptada por Moira Walley-Beckett, a partir de la novela de Lucy Maud Montgomery (1874-1942), la producción de Netflix nos recuerda las garantías sociales que hemos conquistado las mujeres durante el último siglo, pero también nos hace pensar en las que dolorosamente se nos siguen negando.

Ubicada entre 1895 y 1900, la serie sigue a la niña huérfana Anne tras su llegada a la granja de Green Gables, en la comunidad rural de Avonlea, donde es adoptada por los hermanos Marilla y Mathew.

La historia se desarrolla en un contexto histórico particular: son los primeros años de la llamada segunda ola del feminismo, que se caracterizó por la reivindicación de los derechos políticos de las mujeres y que culminaría con el derecho al voto durante la década de 1950.

Por supuesto, a lo largo de sus tres temporadas, la producción de Walley-Beckett también está empapada de otras ideas que distinguirían -más adelante- a los movimientos sociales del siglo XX, como los derechos de la comunidad LGBT+, el racismo y la libertad de expresión.

Pero el motivo principal para Anne, mientras la vemos pasar de la infancia a la adolescencia, es conquistar el derecho a decidir su propio destino, con libertad y más alternativas a las que estaban disponibles para su género en aquella época.

Anne (Amybeth McNulty) es una heroína resiliente, quien se va enfrentando a los retos que le impone la sociedad.

En especial durante la segunda y tercera temporada, encontramos como trasfondo del heroísmo de la protagonista y las mujeres a su alrededor, la lucha por derechos como:

  • El sufragio femenino
  • La igualdad social de los sexos
  • El derecho de las mujeres a la participación en la vida pública
  • Emancipación del mandato de la maternidad como único destino femenino
  • Derecho a la propiedad
  • Derecho a la educación

Las mujeres no somos un grupo monolítico, pero sí compartimos una identidad propia, una serie de temas en los que nos podemos reconocer, como los derechos reproductivos, la igualdad de oportunidades y las responsabilidades del cuidado.

En “Anne with an E”, podemos distinguir al menos seis grandes lecciones que nos dejaron los últimos 150 años de feminismo.

1. El derecho a opinar

“Creo que ya han escuchado demasiadas opiniones de hombres”, responde el taciturno Matthew cuando su hermana Marilla le pregunta qué piensa sobre la censura del Consejo del pueblo al periódico escolar, a raíz de un artículo publicado por Anne.

Para mí, esta escena es la que mejor refleja el espíritu feminista de la época en que se desarrolla “Anne with an E”.

Históricamente, la voz de los hombres ha sido la única autorizada en el espacio público, mientras que la palabra femenina se ha condenado a lo privado.

Por eso, me parece tan relevante el momento en que Matthew -un hombre- lo admite y elige callar. Fue un Consejo mayoritariamente masculino el que ordenó censurar a Anne, a su maestra y al resto de estudiantes; ahora, lo justo es que sean ellas quienes se expresen y tomen sus decisiones.

Invitada al club de «madres progresistas», Marilla descubre las incipientes ideas de igualdad para hombres y mujeres.

2. La sororidad como base del feminismo

“¡Me gusta mucho ser mujer!”, exclama la pequeña Ruby Gillis a sus amigas, en una de las escenas con más fuerza emocional de “Anne with an E”, durante un rito en que las jóvenes celebran un pacto de sororidad.

Sorprendidas por el inicio de su adolescencia, en una sociedad que considera casaderas a las niñas desde su primera menstruación, las estudiantes de Avonlea deciden resignificar juntas el hecho de ser mujeres. Crecer debería ser, ante todo, ser libres de actuar y decidir, afirma Anne.

3. El derecho al consentimiento sexual

La diferencia en la educación de niños y niñas es un tema recurrente en “Anne with an E”, con un enfoque muy claro hacia la posición de menor poder y valor social que se le asigna a las chicas.

Presionadas por las convenciones sociales, viven el desarrollo de su sexualidad entre la vergüenza de la pubertad y el mandato de la virginidad, con la amenaza de violación.

La adaptación de Netflix es una historia inspiradora que aborda dramas de la pubertad con una perspectiva de genero.

Precisamente, el motivo por el que el Consejo decide censurar el periódico escolar, es un artículo que Anne escribe luego de que la comunidad respaldara a un chico que intentó violar a su novia.

En su texto, la protagonista defiende el derecho femenino al consentimiento sexual. Además, denuncia la doble moral de la sociedad, que estigmatiza a las mujeres mientras celebra los avances sexuales de los hombres.

Éste me pareció uno de los pasajes más indignantes de la serie, quizá porque el consentimiento libre e informado es uno de los derechos que todavía hoy, 120 años después, no hemos logrado conquistar.

Sin duda, el abordaje de este tema nos mueve a pensar en la cultura de la violación y la violencia en las relaciones de pareja que son tan comunes en nuestro país. Ni qué decir de las prácticas arraigadas en otras partes del mundo, como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil.

4. El acceso a la educación superior

Además de escritora, Lucy Maud Montgomery fue maestra, un logro notable en los primeros años del siglo XX. Por eso no es de extrañarse que, para Anne, la autora haya imaginado un destino como profesionista.

La familia de Diana (Dalila Bela) desea enviarla a un «colegio de señoritas», en lugar de la universidad.

A medida que las chicas de Avonlea crecen, se vuelve más evidente la tensión entre sus deseos y los de sus familias, quienes pretenden proporcionarles una educación que se adecue a sus funciones sociales dentro de la vida doméstica. Se les condena al matrimonio como único destino.

Y cuando decimos que era una condena, es porque realmente un esposo era la única manera posible de salir de la casa de los padres y realizar actividades distintas a las domésticas, como estudiar.

5. El derecho a la propiedad

Históricamente, el cuerpo de las mujeres queda bajo custodia de la familia y de la sociedad, como escribió la historiadora Michelle Perrot.

Justamente, en las historias de Avonlea, los adultos constituyen el gran enemigo de los sueños de las jóvenes. Si ellas desean estudiar en la universidad o heredar la propiedad de la familia, han de conseguir un esposo que se los permita.

A través del personaje de Prissy Andrews, cuyo desarrollo profesional es limitado por su propio padre, la serie refleja el carácter mercantil con que se trataba el matrimonio y las obligaciones que también acorralaban a los varones.

En el día de su boda, Prissy Andrews (Ella Jonas Farlinger) es rodeada por sus amigas, niñas como ella.

6. La libertad de orientación sexual

En una serie que denuncia las asimetrías sociales y resalta la lucha por los derechos, no podía faltar el tema de la orientación sexual.

Con un tratamiento sutil y romántico, a través de Cole y la tía Josephine la historia despierta la empatía del público y nos hace pensar en la discriminación que sigue acechando a quienes viven fuera de la heteronormatividad.

Una serie para reflexionar

Hoy, que nos hallamos en la llamada cuarta ola del feminismo, nos encontramos con que los cambios sociales por los que empezaban a luchar las mujeres en el siglo XIX siguen sin consolidarse.

Los grandes pendientes son el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, el fin de la violencia patriarcal, el acceso a la toma de decisiones en igualdad de circunstancias que nuestros congéneres varones y la igualdad salarial.

En tal sentido, “Anne with an E” es una extraordinaria historia familiar para que los más jóvenes reflexionen sobre las condiciones sociales que hoy ven naturales y en realidad fueron victorias de la lucha feminista.

Pero, sobre todo, que nunca den por sentado nada. Como escribió Simone de Beauvoir: “No olviden jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deben permanecer vigilantes toda su vida”.