Política y futbol se mezclan con frecuencia. Los gobernantes se ponen las camisetas de sus equipos cuando hay sonadas victorias. Gritan goles, eufóricos y falsos, para las fotografías, y las exhiben como si ellos hubieran anotado el tanto del campeonato.
Jugadores y clubes también se benefician con la cercanía de los políticos, que les abren puertas, facilitan tramites y proporcionan financiamientos.
Hay ocasiones en que esta simbiosis cruza la línea, como la vez que me enteré de la causa de la eliminación del Tri en el Mundial del 94, contra la selección de Bulgaria en octavos de final.
El culpable de ese doloroso descalabro fue Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que entonces se alistaba a competir en las elecciones presidenciales de ese año en México, por el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Cuando vean en repeticiones a los jugadores de México fallando en aquella infame tanda de penales malditos, piensen en el hijo del Tata Lázaro como responsable, según fuentes de primerísima mano que me dieron la exclusiva.

En la imagen más memorable de esa derrota, Alberto García Aspe mienta la madre al cielo, jalándose los cabellos, enfurecido con él mismo, por permitirse esa falla monumental a la vista de millones de mexicanos. Aunque, tal vez lo que vimos no ocurrió como suponemos.
Los jóvenes ahora quizás no están enterados de quién es Cuauhtémoc Cárdenas, aunque deben saber que las luchas por la democracia moderna iniciaron con él, en la década de los 80. Existen Presidentes de oposición, emergidos de partidos diferentes al PRI, a causa del empuje que ejerció el michoacano para hacer parejo el juego electoral.
Esta es la historia de cómo se entrelazaron, por extrañas circunstancias, el juego sucesorio presidencial y la participación del Tri en el Mundial del 94 en Estados Unidos.
Política y futbol
En ese tiempo del mundial gringo, la vida me había llevado a vivir de indocumentado en San Antonio, Texas. A mis 25 tacos, trabajaba en el taller mecánico de mi amigo José, y nos la pasábamos pintando coches, en su bodyshop. Como cada cuatro años, viví con intensidad esa Copa Mundial.
A la hora de los partidos, por supuesto que suspendía actividades y me concentraba en seguir las progresiones del Tri, y de otros equipos que participaron en la justa.
En Estados Unidos, el futbol era un deporte nuevo por lo que, a decir verdad, el ambiente lo poníamos principalmente los mexicanos, acompañados por otros compas de centro y Sudamérica, que también andaban por aquellas tierras.
Mientras se desarrollaba el Mundial en EU, en México se preparaba un proceso electoral que se había puesto muy ardiente, con la muerte trágica de Luis Donaldo Colosio, la designación improvisada de Ernesto Zedillo como su sustituto, abanderado del PRI, y el movimiento emergente de Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD, que captaban cada vez más adeptos y que amenazaban con arrasar con el partidazo, y la figura del para entonces aborrecido presidente priista Carlos Salinas de Gortari.
Se jugaba el Mundial en julio y al mes siguiente México celebraría su elección presidencial. En lo personal, al mirar hacia mi país, me interesaba más el futbol que la política.

El equipo mexicano dirigido por Miguel Mejía Barón, empezó mal la eliminatoria con derrota de 1-0 ante Noruega. Luego venció 2-1 a Irlanda, con doblete de Luis García, el muchacho sensación del combinado azteca. En el tercer cotejo, México empató a uno ante Italia, con agónico gol de Marcelino Bernal.
El Tri estaba en la siguiente ronda.
La conspiración
La Selección Mexicana de futbol se presentó en el Estadio de los Gigantes de Nueva York, la tarde del martes 5 de julio de 1994. El rival, en la eliminatoria directa, era Bulgaria.
Como éramos nuestros propios patrones en el taller de enderezado y pintura, José y yo fuimos a trabajar un rato en la mañana y por la tarde regresamos al depa con cervezas, a ver el memorable partido. La idea era salir esa noche a celebrar junto a todos los mexicles el pase a cuartos de final, el anhelado quinto partido.

Ah, cómo me duele recordar esa jornada. Por lo mismo seré breve en el recuento de las afectaciones: México empató a un gol en tiempo regular y alargue. En la definición de penales, Bulgaria se llevó el triunfo. Del lado del Tri fallaron, en hilera, García Aspe, Marcelino y Jorge Rodríguez. Claudio fue el único que anotó, pero hasta el final, cuando la suerte estaba decidida. Me sentí morir en el último cobro anotado por Letchkov, y la estirada inútil de Jorge Campos, que se quedó tirado bocabajo, mientras los europeos hacían bolita para celebrar.
Por la noche, de cualquier manera, fuimos al bar a rumiar la derrota del Tri en el Mundial del 94. Había muchos hommies entristecidos en la barra y dispersos en las mesas, con sus camisetas verdes bien puestas. Un amigo de José se aproximó a saludarnos. Martín, se llamaba. Era de Toluca, y estaba en el gabacho trabajando en una ferretería. Futbolero, igual que yo, estaba como pollito remojado, triste y desolado. Recordamos cómo Zague había fallado las que tuvo y no nos explicábamos porqué Luis García había sido expulsado.
En mi tercera cerveza, José, que nunca ha sido muy aficionado, proponía que habláramos de algo diferente, pero el amigo y yo seguíamos entercados en lastimarnos, evocando jugadas que pudieron definir a favor la eliminatoria. Martín había llegado antes a la cantina, así que tenía más tragos encima y ya se veía achispado.
Fue entonces que el toluqueño, viendo a trasluz su Coors, me dijo que él ya sabía que México sería derrotado. Lo dijo así, como despreocupadamente, mientras veía contemplaba el sudor del frasco oscuro. Le pedí que se explicara, pero cambió de tema y yo no le di importancia a sus dichos. En realidad, sí lo había registrado, pero sabía que él esperaba que me moviera la curiosidad. Pero me eché la lengua en la bolsa trasera del pantalón, y no le moví al asunto.
Como vio que no me había enganchado, a la siguiente cerveza volvió a sacar el tema, pero esta vez fue directo. Nos comunicó que él sabía, por conexiones que tenía entre grupos políticos de simpatizantes del PRD y el PRI, en San Antonio, que el Tri se dejó perder. Fallaron sus penales a propósito. De acuerdo con Martín, el arreglo fue éste: los jugadores de la Selección estaban descontentos con el Gobierno de Salinas de Gortari. Entre los futbolistas que defendían la camiseta verde había un grupo de líderes demócratas y patriotas. Les había caído muy mal que el Revolucionario Institucional y el Presidente de México alardearan como propias las victorias del equipo de todos.
Se avecinaban las elecciones presidenciales. En marzo habían asesinado a Colosio y, por simpatía, había un sector de la población que votaría por el candidato sustituto para desagraviar al político mártir. Antes de viajar al Mundial de Estados Unidos, hubo una reunión ultrasecreta de líderes de la Selección Mexicana, que se entrevistaron con dirigentes del PRD, incluido Cuauhtémoc Cárdenas.

Según Martín, por sus fuentes infalibles y de primerísima mano, algunos testigos presenciales incluidos, supo que los jugadores del Tri se comprometieron a perder, para evitar que Salinas de Gortari y Zedillo pudieran exhibir las victorias del Tri como suyas y avanzaran en puntos de popularidad en la carrera presidencial.
Teoría conspiranóica
El amigo toluqueño levantó la cerveza para que brindáramos. Dejó unos dólares en la mesa y anunció que se iba, porque tenía que levantarse temprano al día siguiente. Al dar el último trago, nos pidió discreción, pues la información que nos había proporcionado era clasificada, conocida por muy pocos de los dos lados de la frontera.
A lo largo de los años le he dado vuelta a la teoría conspiranóica de Martín sobre el Tri en el Mundial del 94. Veo en las repeticiones a los jugadores fallar los tiros, y no puedo imaginar cómo pudo ser, en qué universo alterno, el Ingeniero Cárdenas puso la mano en el hombro de García Aspe y le pidió: “Hijo, por el bien de la democracia mexicana, falla tu penal”.
(En las elecciones celebradas el 21 de agosto de 1994, Ernesto Zedillo se llevó el triunfo con 48% de la votación, seguido por el panista Diego Fernández de Cevallos, con 25%. Cuauhtémoc Cárdenas quedó en tercer lugar, con 16%)
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