Existen lugares que se vuelven iconos en su actividad, que se vuelven referentes, por eso, cuando pienso en una librería, el primer lugar que se me viene a la mente es la Gandhi.

Como ya he comentado en anteriores entregas, mucha de mi vida la pasé en la frontera, donde por años las librerías era una rareza hasta que llegó Sanborns con su discreta selección literaria y de revistas.

Por ello cuando había oportunidad de viajar a Monterrey o (mejor aún) a la Ciudad de México, acudir a la Gandhi era una obligación.

Visitar la sucursal que se encuentra enfrente al Palacio de Bellas Artes era una fiesta. La cantidad de libros, películas y música que ahí se ofrecían podían provocar una sobredosis de gozo a un fronterizo acostumbrado a una pequeña sección ubicada en un rincón de la tienda de los búhos, justo a un lado de los encendedores y el tabaco.

Tampoco voy a decir que soy un lector feroz, lo fui en mi adolescencia y ahora las ocupaciones laborales me impiden leer tanto como quisiera.

Aun así, mantengo el hábito y he intentado pasárselo a Irene quien, tiene en esas vueltas a la librería Gandhi uno de sus paseos favoritos.

La sucursal Centro de la Gandhi en Monterrey es la más tradicional. Las otras se ubican en San Pedro y el mall Esfera, al sur de la ciudad.

La librería Gandhi en Monterrey

Es cierto, la sucursal más grande que hay de la Gandhi en Monterrey, sobre la avenida Hidalgo en el Centro, ha tenido mejores momentos.

Supongo que es natural, la pandemia, la crisis económica y el desplome en la cantidad de lectores ha provocado que la tienda haya tenido que ajustarse a las nuevas realidades.

Creo que es por ello que la sección infantil tiene menos cosas que antes, lo que a mi pequeña parece no importarte, pues cada vez que tenemos que ir a la Gandhi Monterrey es feliz revisando cada una de las ofertas que ahí existen.

Primero eran dinosaurios, ahora súmenle a la ecuación Harry Potter. Por mí, lo importante es que tome un libro y eche volar su imaginación.

Sé que en Monterrey hay muchísimas más opciones de librerías, algunas con precios más accesibles. Sin embargo, la Gandhi ocupará un lugar muy especial en mi corazón, pues siempre será el oasis que un aspirante a lector fronterizo encontraba de vez en cuando, cuando salía de la ciudad.

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