La comedia involuntaria parece ser el pan de cada día de la pareja gobernante en Nuevo León.
Samuel y Mariana son dos animales políticos que luchan todos los días en sus redes sociales para que no los identifiquen como tales y la gente los perciba como los muchachos frescos, sin mañas, derechos, innovadores, talentosos, los “cool”, que están alejados de los viejos políticos.
Nada más alejado de la triste realidad que impera en NuevoLandia.
Si bien llegó a ser electo gobernador esgrimiendo un discurso entrón, contestatario, alejado de las líneas planas y vacías de los políticos tradicionales, poco le duró el gusto a Samuel porque la realidad lo atropelló con tal fuerza que terminó como aliado de personajes que antes aborrecía: como es el caso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, por citar uno de los más visibles.
Hace muchos años, un político amigo, al cual le aprendí mucho, me dijo en confianza: una cosa que no debe perder un político, funcionario, diputado, gobernador o Presidente, es la congruencia. Cuando pierdes ese eslabón, ya no vuelves a encajar en la línea seria y comprometida. La credibilidad cuesta mucho construirla, pero basta un solo acto para acabar con ella.
Samuel García ha ido de tumbo en tumbo desde que empezó su sexenio. Habló mucho en su toma de protesta y alabó a todos los que hoy ni siquiera los menciona, llámese PRI o PAN. Esos a los que llamó sus “amigos” y les pidió trabajar juntos.
El nuevo Nuevo León se convirtió en su eslogan triunfalista. Quiso vender la idea de que los viejos políticos ya no tendrían cabida en su gobierno, porque ahora las cosas se harían diferentes.
Se la pasó en su primer año anunciando obras a diestra y siniestra, repartiendo líneas del Metro como si fueran barajitas; carreteras, trenes suburbanos, puentes vehiculares. Organizando conciertos en la Macroplaza para toda la raza y rematando con un festejo para los niños, bautizado como NuevoLandia.
Con un presupuesto impresionante para la comunicación social, no ha podido luchar contra los hechos que le estallan en la cara: la inseguridad está en uno de sus puntos más álgidos desde la época del exgobernador Rodrigo Medina, la credibilidad y efectividad de Fuerza Civil está en duda; el sur del Estado sigue abandonado porque a su Secretario de Desarrollo Regional y Agropecuario, Marco Antonio “El Pollo” González, le dio por dejarse las patillas más largas que las de Elvis y se olvidó de apoyar a los campesinos. Para él, lo suyo son los viajes a Estados Unidos, nada más. Por citar algunos ejemplos.
Así, tenemos un gobernante sin congruencia entre el hablar, el actuar y el hacer.
Mariana Rodríguez
El caso de la titular de AMAR a Nuevo León, Mariana Rodríguez, es por demás patético. Su marido le creó una Secretaría para promoverla porque está empecinado en convertirla en senadora, diputada o alcaldesa. No han escatimado recursos para su promoción.
Primero tomó la bandera de “salvadora” de los niños de Capullos, al grado que los utilizó para inundar sus historias de redes sociales, valiéndole exponerlos, argumentando que estaban olvidados y que en el sexenio anterior hasta los vendían. Claro, luego lo borró de sus redes sociales, pero quedó la evidencia. Jamás pudo documentarlo o denunciarlo ante las autoridades, como se supone debió hacerlo primero.
Mariana Rodríguez sacó niños de Capullos para llevárselos los fines de semana a su casa, costumbre que no se sabe si sigue practicándola. Fue denunciada por eso. El caso de la muerte del adolescente Ángel Manuel Moreno sigue abierto, por todas las extrañas circunstancias que lo rodearon y más por el ocultamiento que hicieron las autoridades de su fallecimiento. Lo dieron a conocer una semana después de que había participado en los disturbios que vivió el Centro Capullos a finales de noviembre del 2021.Eso, por supuesto, no lo vimos en las redes sociales de la influencer, porque en NuevoLandia la congruencia de nuestros gobernantes es peccata minuta.
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