Un compañerito de la primaria cantaba el himno nacional: “Piensa oh patria, querida, que el cielo un soldado en caballito te dio…” Otra compañerita recitaba la misma estrofa, pero rematando: “un soldado en cada hijo de Dios…” Un chico de sexto cantaba: “…el acero aprestad y el bribón”.
En aquellos tiempos lopezportillistas de mi niñez, de mediados de los 70, corría un rumor en el que un niño había sido expulsado de su escuela por deformar el símbolo con una estrofa infamante: “Mexicanos rateros sinvergüenzas, me robaron mi lonche de a cincuenta…”
Como una verdad universal, todos los niños del mundo crecen conociendo el canto insignia de su nación.
Para México, el potosino Francisco González Bocanegra escribió una rima de tono bélico bien elaborada, aunque con un lenguaje que, a la edad escolar, resulta incomprensible, y con una extensión imposible que ha sido modificada con el paso de los años.
En su versión original, el Himno Nacional Mexicano está compuesto por diez larguísimas estrofas, que remiten a heroicos baños de sangre, muerte a los enemigos invasores, armas empuñadas, más sangre y muertos envueltos en la bandera.
Porque el Himno es como una canción de zombies mexicanos, según se describe, todos cubiertos de sangre, propia y de los enemigos, marchando al frente y disparando el máuser con evidente inconsciencia de autómatas que, cegados por el patriotismo, avanzan hacia las balas que les disparan.
Ejemplo 1:
Estrofa II (fragmento)
En sangrientos combates los viste
por tu amor palpitando sus senos,
arrostrar la metralla serenos,
y la muerte o la gloria buscar.
Ejemplo 2
Estrofa III (fragmento):
“Ya no más, de tus hijos la sangre,
se derrame en contienda de hermanos;
sólo encuentre el acero en sus manos
quien tu nombre sagrado insultó”.
La rima original, con el paso del tiempo, redujo sus estrofas considerablemente, quitándole la parte más truculenta.
La vieja versión del himno
Cuando estuve en la escuela, me tocó una versión compacta. Cantar el Himno Nacional Mexicano era relativamente sencillo, pues se repetía el coro al principio, en medio y al final, con dos estrofas intersectadas.
Había que aprenderse, en el inicio, la base de la canción que dice en forma de coro:
“Mexicanos al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
al sonoro rugir del cañón”.
A continuación, sigue la estrofa de:
“Ciña ¡oh, Patria! tus sienes de oliva
de la paz del arcángel divino…”
Va sencilla la melodía. En la asamblea terminábamos esa parte y seguíamos, otra vez con la de:
“Mexicanos al grito de guerra…!
Terminando el coro rematábamos con lo que era la segunda y última estrofa:
“¡Patria! ¡Patria!, tus hijos te juran
exhalar en tus aras su aliento,
si el clarín con su bélico acento
los convoca a lidiar con valor”.
Y venía el remate sencillo, una vez más, de:
¡Mexicanos al grito de guerra…!
¡Y tan tan! El Himno terminaba. Era tan sencillo que no entendía cómo era que en la ceremonias públicas, televisadas en eventos deportivos, los cantantes famosos la olvidaban y la regaban cantándola mal.
La melodía de Jaime Nunó ayudaba a hacer pegajosa la cruenta canción mexicana.
¿Cómo se debería cantar el himno nacional mexicano?
Entiendo que en aquellos años de mi infancia el rey del mambo Dámaso Pérez Prado incurriera en la locura de interpretar la canción patria a ritmo de cumbia, en horario estelar de la TV, lo que provocó que la transmisión nacional se interrumpiera y el cubano fuera expulsado a su país.
Verdad o leyenda urbana, la anécdota siempre me pareció divertida e interesante.
Dejé de cantar el himno obligatoriamente cuando salí de secundaria, en la primera mitad de la década de los ochentas.
Le perdí la pista a la mexicanísima canción y de repente me la encontraba en algunas ceremonias cívicas, muchas veces en partidos de futbol. Pero mayormente era tocada con desorden y con extensión arbitraria.
A las dos estrofas que conocía, se le agregaban otras extrañas que provocaban rechiflas.
Lo cierto es que nunca he escuchado un pronunciamiento oficial sobre la forma en que debe ser cantada la melodía patria. Ninguna autoridad de Educación o Gobernación ha dicho: “Pueblo de México, a partir de ahora, el himno será cantado así”.
La confusión general sobre el himno, sin guía, se prolonga con los años.
La versión actual
Recientemente, fui invitado a una ceremonia escolar en la que participó mi hija. Vaya sorpresa que me llevé. La maestra de ceremonias pidió a todos ponerse de pie para entonar el glorioso canto patrio.
A la melodía que conocía le añadieron dos estrofas más. En mis tiempos no existía la que empezaba con:
“¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
de la patria manchar los blasones…!”
Mi hija cantaba con fluidez ésa y la que siguió que inicia con un:
“Antes, Patria, que inermes tus hijos
bajo el yugo su cuello dobleguen…”
Estaba yo anonadado. ¿De qué himno hablamos? ¿En qué momento le pusieron estos añadidos que me resultan desconocidos?
La modernidad patriótica me pilló desprevenido y no supe en qué momento cambió la rapsodia de la nación. Qué bueno que me di cuenta ahora, porque ya sé que no debo participar en ninguna ceremonia como voluntario, porque no me voy a saber las rimas.
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