Memoria
Desde el inicio del siglo XX hasta principios de los años 80, se habían publicado apenas cuatro libros que daban cuenta del quehacer literario del estado: Algunos apuntes acerca de las letras y la cultura de Nuevo León en la centuria de 1810 a 1910 de Rafael Garza Cantú, Antología de la poesía Neolonesa de Emeterio Treviño Garza que apareció en 1930, Siglo y medio de cultura nuevoleonesa de Héctor González publicada en 1946 e Historia de la cultura nuevoleonesa de Genaro Salinas Quiroga que data de 1981.
Cuando apareció Poesía Joven de Monterrey, Antología, en el año de 1983, de esos cuatro libros solo uno obedecía al formato de antología como tal, con una recopilación (muestra) de una selección de autores, los otros tres estaban más enfocados a enumerar hechos históricos, acontecimientos relacionados con las artes, actividades de instituciones y autores dando por resultado que la distancia entre las antologías es de más de 50 años (53 para ser exactos).
Este salto cuántico no es nada raro si consideramos que en la actualidad ya han pasado más de 30 años (32 para ser exactos) desde la aparición de Antología de la poesía Nuevoleonesa de Eligio Coronado sin que se haya publicado un trabajo con esas características.
Poesía joven de Monterrey, Antología: el lenguaje a sus anchas
Conforman este cuadernillo auspiciado por la preparatoria 1 de la UANL catorce autores, ocho hombres y seis mujeres nacidos entre los años de 1955 y 1969 y que fueron seleccionados por Horacio Salazar Ortiz.
Los autores fueron Rogelio Flores de la Luz, María Belmonte, la argentina María Copani, Francisco Ruiz Solís, María Teresa Llanes, Carlos Manuel Méndez, Humberto Salazar, Lucía Maluy Mijares, Diego de Jesús Flores y la entonces niña (contaba con 14 años de edad cuando apareció esta publicación presentando unos poemas que había escrito a los 11) Rosana Covarrubias Mijares.
De este primer grupo, algunos de ellos aparecieron en antologías posteriores y publicaron libros individuales por un tiempo, después dejaron de insistir en la poesía; el siguiente grupo continúa activo y forman parte de lo que se puede considerar el canon de la poesía Nuevoleonesa, por eso es interesantísimo leerlos en sus inicios juveniles, entre ellos se encuentran Margarito Cuéllar, José Javier Villarreal, Leticia S. Herrera y Eduardo Zambrano.
Si al menos la noche
agitara mis manos
sabría que este octubre
no moriré desnuda
con los brazos al sol
y el rostro cubierto de Olvido
(Leticia S Herrera, si al menos la noche, pág. 27)
La adrenalina rompiendo una costumbre vieja
¿Por qué a pesar de las intermitencias temporales la historia de la poesía nuevoleonesa contemporánea agrupada en antologías se inaugura con voces jóvenes? El más viejo de los autores seleccionados tenía 27 años, el más joven 14 y solo 4 autores habían publicado libros, 3 solo uno hasta ese momento y Villarreal el más adelantado en ese entonces ya contaba con al menos tres publicaciones formales, el mismo seleccionador aborda esa cuestión y escribe en la cuarta de forros:
Todos los jóvenes aquí incluidos son escritores de poemas, afán en el que, con mayor o menor fortuna y gracia, están involucrados desde hace tiempo.
Pero ¿qué significa poesía joven? Lo último que haría en esta nota sería tratar de definir lo que es la poesía, o indagar qué diablos puede ser la juventud.
Dejo sabiamente la discusión ontológica sobre el tiempo y las artes a los especialistas y digo simplemente que aquí se entiende por poesía joven aquella hecha por jóvenes, consciente de las consecuencias que se desprenden, pues ¿no es cierto que la poesía de muchos jóvenes, es más anciana y vieja que la de algunos joviales cincuentones?
Y sin embargo tal argumento no vale para nada en esta ocasión. La poesía que aquí se reúne es hecha por jóvenes y es joven ella misma, es una poesía fresca y abierta, decididamente juvenil.
Entonces alguna parte la juventud regiomontana representada por estos incipientes poetas imaginemos a un Margarito Cuellar de 25 años, a un Eduardo Zambrano de 22 y a sus pares escupiendo versos donde criticaban a los empresarios regiomontanos señalando la evidente desventaja de su prepotencia ante la magia de viejos brujos y de chamanes o evidenciando la prepotencia de los gringos ante el exceso de progreso y desarrollo que mutó en banalidad o la lectura propia de la noche y de los poros con este potente verso de Francisco Ruiz Solís:
La madrugada levantó su pata
como los perros
para epigrafiarnos
y borrarnos.
Francisco Ruiz Solís
Sin olvidar la ternura de una niña que quiere describir el brillo del sol en el cielo contrastada con la geometría erótica o la anécdota convertida en desafío o la crónica amorosa de una caminata regiomontana mientras la lluvia cae con la fuerza de un amor veinteañero, todo eso contiene esta inaugural apuesta que abría el camino porque habría camino y lo hay y lo sigue habiendo, porque la poesía es el lugar y es el camino.
Poesía Joven de Monterrey, Antología
Preparatoria No. 1 Colección Las uvas y el viento
UANL, 1983
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