Nunca he sido de juegos de mesa.

En honor a la verdad, carezco de la paciencia que se necesita para pasar un par de horas sentado frente a un tablero compartiendo un juego con alguien.

Sin embargo, por alguna extraña razón, el ajedrez es la excepción de la regla.

Y antes de que me censuren por un posible esnobismo en el comentario, aclaro: soy pésimo en el juego, puedo defenderme un poco, pero irremediablemente caeré abatido ante un jugador poco más experimentado.

En casa tenemos un tablero herencia de mi suegro y, afortunadamente, mi esposa Oriana decidió un buen día mostrarle a Irene las reglas básicas del juego.

Desde entonces, la pequeña le ha estado agarrando el gusto a mover las negras y blancas; quizás le dedica menos tiempo que a la tablet, pero ahí la lleva.

En esas ocasiones me gusta jugar con ella, no para compartirle conocimientos (Dios sabe que seguramente ella me va a enseñar más a mi), pero para guiarla en el arte de planear las jugadas, de ver más allá, de analizar las consecuencias de alguna movida.

Un ajedrez en la Plaza Armida

Sobre Lázaro Cárdenas, en la llamada avenida Circuito Frida Kahlo, se encuentra una muy elegante plaza comercial que pertenece al llamado Distrito Armida.

Ahí es posible encontrar panes de diseñador de 80 pesos y cafés de 50 la taza. No lo censuro, el pan es delicioso y cada quien sabe cómo se gasta su dinero.

Lo que me llama la atención de esta Plaza Armida es que en su segunda planta hay un ajedrez gigante, con piezas del tamaño de mi nena de ocho años que, a opinión de Irene: “están pesadísimas”.

Plaza Comercial Armida en Monterrey
El ajedrez en la segunda planta de la Plaza Comercial Armida.

Como podrán imaginar, Irene fue feliz cuando descubrió este espacio que, afortunadamente, casi siempre está disponible.

Es muy fácil pasar el tiempo jugando ajedrez con una niña de ocho años. El resultado es irrelevante, la convivencia no la cambio por nada.

Me encanta la iniciativa de poner estos juegos en plazas ya sean de lujo, como lo es el Distrito Armida, o en el Parque Fundidora, donde en una ocasión me tocó ver algunas piezas.

Quizás Irene y un servidor no representamos ningún riesgo para Ian Nepomniachtchi o Ding Liren, quienes se enfrentarán para determinar el campeón mundial de ajedrez 2023, pero eso no quita que nos divirtamos horrores moviendo las piezas.

diasdecombate@hotmail.com