Después del relajo que se trajeron con el ecocidio del Río Santa Catarina y en el cual les adelanté que no iban a llegar a ninguna resolución favorable para el medio ambiente, se destapó otra cloaca anaranjada, ahora de la mano de los pseudo ambientalistas de la asociación Reforestación Extrema, y el Gobierno de Samuel García: la siembra de árboles.
Pudiéramos pensar que, en un acto tan noble como es la siembra de árboles para reforestar el Área Metropolitana de Monterrey y el Estado, no tienen cabida la corrupción ni la opacidad. Pues qué equivocados estábamos.
No salíamos del asombro de la devastación que el Estado y las autoridades federales hicieron (y continúan haciendo) de una parte del Río, cuando al titular de la Secretaría del Medio Ambiente, el abogado fiscalista Félix Arriata, se le ocurrió dar los números alegres de que llevaban 310 mil árboles sembrados en este 2023.
Tres días (o Doritos) después, el mismo funcionario salió a rectificar cifras y dijo que por “error” habían contabilizado los del 2022, que en realidad llevaban poco más de 11 mil arbolitos.
Pero ahí no paró el escándalo. Resulta que el Gobierno de Samuel García firmó un no muy claro convenio con Reforestación Extrema, cuyo dueño, representante legal y vocero es Cosijoopii Montero, y que se ostenta como una organización civil (sin fines de lucro) que se dedica a cuidar y crear el patrimonio forestal urbano de las ciudades.
Convenio opaco
A través de ese convenio que firmaron en marzo pasado, el Gobierno estatal le dio a Reforestación Extrema la facultad de recibir directamente los recursos de los particulares, expedir comprobantes fiscales de las aportaciones con carácter de “donativo”, y disponer de los fondos para la implementación de proyectos de arborización.
O, lo que es lo mismo, le dio un cheque en blanco a Reforestación Extrema para hacer lo que le diera la gana con el dinero público que el Estado requiere a los particulares, por autorización para obras de urbanización o construcción.
Es decir que, si usted tiene una organización civil que se dedique a cualquier tema relacionado con el medio ambiente, y es bien amigo del Gobernador Samuel García, bien puede firmar un convenio y recibir cuantiosos recursos públicos, sin necesidad de reportar y transparentar nada.
Cosijoopii Montero aprendió rápido que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error -como tanto dizque “luchador social” que cobra ahora con el gobierno de Samuel García-, y esgrimió a los medios de comunicación que su organización no tiene por qué informar nada a nadie, porque no reciben recursos públicos. Hágame usted el favor.
Una compensación que solicita el Estado a un particular es dinero público aquí y en China. Si no fueran recursos públicos, no habría necesidad de firmar ningún tipo de convenio. Yo Estado, mando el recurso público a una organización civil, pero no la puedo reportar porque jamás llegó a la Tesorería, ese es el argumento infantil de nuestras autoridades.
Cosijoopii Montero se contradice solo, porque argumenta que Reforestación Extrema solamente le tiene que rendir cuentas al Estado –¿pues en qué quedamos? ¿Es o no dinero público? -, que el fin de ellos es muy noble, que la polémica es muy desgastante para él. Y cómo no, si siempre se le pasaba exigiendo transparencia a los municipios sobre sus planes de reforestación y ahora que le toca a él rendir cuentas, se hace el desentendido.
El dichoso convenio dice que Reforestación Extrema podrá destinar los fondos a la adquisición y contratación de equipos de excavación, astilladoras, ahoyadoras, pipas, vehículos, combustible, uniformes, herramientas, contratación de personal, asesorías, renta de bodegas, seguros, pago de derechos vehiculares y todo lo demás que se le ocurra.
En esta nueva forma “legal” de desviar recursos y no transparentarlos, resulta evidente el contubernio entre autoridades y asociaciones civiles, pero para ellos todo este fin es muy noble, porque siguen sembrando, y al final darán a la opinión pública cifras alegres de que en el sexenio naranja tendremos más de un millón de nuevos árboles.
Se dice plantar árboles no sembrar árboles.