Si estás aquí leyendo, es porque conoces la importancia de un desarrollo emocional sano, clave para el bienestar de las infancias en edad preescolar.
Existen algunas actividades para la gestión de emociones, que sin duda proporcionarán recursos valiosos para este fin. A continuación te presentamos algunas:
Actividad | Objetivo | Instrucciones |
Identificar emociones con juegos de caras | Ayudar a los niños a reconocer y nombrar sus emociones. | Usa tarjetas con caras que muestren diferentes emociones (alegría, tristeza, enojo, miedo). Pídele al niño o niña que identifique la emoción y hable de situaciones en las que se ha sentido así. |
El diario de emociones | Fomentar la reflexión emocional y el vocabulario emocional. | Ayuda a tu hijo a dibujar o escribir (según su nivel) un «diario de emociones» donde registre cómo se siente cada día. Pueden agregar colores para representar emociones: rojo para el enojo, azul para la tristeza, amarillo para la felicidad, etc. |
Cuentos para manejar las emociones | Enseñar estrategias para enfrentar emociones difíciles. | Lee cuentos sobre personajes que atraviesan diferentes emociones. Después, discute cómo resolvieron sus problemas o cómo se sintieron mejor. Un ejemplo es el cuento de «El Monstruo de Colores», que clasifica las emociones por colores. |
Tiempo de respiración consciente | Introducir técnicas de regulación emocional. | Practica la respiración consciente. Dile a tu hijo que se imagine inflar un globo grande mientras inhala profundamente y luego lo desinfla lentamente al exhalar. Esto ayuda a calmarse cuando se sientan abrumados. |
El juego de «Si estuviera en tus zapatos» | Desarrollar empatía. | Propón diferentes situaciones («Si estuviera en tus zapatos y un amigo no me dejara jugar, me sentiría…»). Deja que el niño termine la frase para ayudarlo a ponerse en el lugar de los demás y expresar sus propios sentimientos. |
Reconocer los logros | Fortalecer la autoestima y la gratitud. | Al final del día, pregúntale a tu hijo qué fue lo mejor que le pasó. Recompensa su esfuerzo, no solo los resultados, elogiando su valentía o perseverancia. Esto le ayuda a reconocer sus emociones positivas y a reforzar su autoestima. |
Caja de la calma | Ayudar a los niños a gestionar la frustración o el enojo. | Crea una «Caja de la calma» con objetos que ayuden a relajarse, como una pelota antiestrés, plastilina, o libros de colores. Cuando tu hijo se sienta enojado, invítalo a usar esta caja para encontrar algo que lo tranquilice. |
Jugar a resolver problemas | Enseñar resolución de conflictos. | Usa situaciones ficticias o reales y juega a buscar soluciones. Por ejemplo, si dos juguetes quieren usar el mismo coche, pregúntale al niño cómo resolvería ese conflicto. Esto le enseña a pensar de manera constructiva y empática. |
El semáforo de las emociones | Dar herramientas visuales para controlar impulsos. | Crea un semáforo de cartulina con los colores rojo (detente), amarillo (piensa) y verde (actúa con calma). Cuando el niño se sienta frustrado o enojado, recuérdale seguir los pasos del semáforo antes de actuar. |
Modelar el manejo de emociones | Dar el ejemplo de cómo manejar emociones de manera saludable. | Los niños aprenden observando. Si tienes un día estresante, comparte tus sentimientos de forma calmada («Hoy estoy un poco triste, pero voy a respirar profundamente para sentirme mejor»). Esto les enseña que está bien sentir emociones y cómo manejarlas. |
Consejos para la gestión de emociones
En edad preescolar, los niños aprenden a gestionar sus emociones en el contacto diario con sus cuidadores y maestras. Por eso es importante que los adultos sean los primeros en desarrollar una inteligencia emocional.
De aquí se desprende la importancia de como adulto sepas:
- Validar las emociones: Siempre es importante que los niños sepan que sus emociones son válidas, incluso cuando no entienden por qué se sienten de cierta manera.
- Mantener la calma: Los padres que manejan sus propias emociones de manera saludable sirven como modelos positivos para los niños.
- Fomentar el diálogo: Crear un espacio seguro para hablar de los sentimientos sin juicios fomenta la confianza y la apertura emocional.
Estas actividades para las emociones no solo apoyan el desarrollo de los niños, sino que también fortalecen el vínculo entre padres e hijos, creando un ambiente de comprensión y seguridad emocional.
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